Recientemente me comentaba mi madre que alguien (fue hace tanto tiempo que no recuerda ni quién ni en qué momento) le había preguntado acerca de qué tipo de beneficio sacaba yo con haber vuelto a retomar el blog. De inmediato le pregunté que qué le había respondido. Y por lo visto no se le ocurrió otra cosa que decirle: "le regalan productos".
"¿¿¿Cómo???", le dije sorprendida ante su afirmación. "¡¡Si se cuentan con los dedos de una mano las veces que he recibido algo gratis!!", recalqué. Me dijo que lo sabía, pero que no se le ocurrió otra cosa. Sé que el tema de los regalinchis a cambio de promoción es algo habitual. Que conste que no lo critico, en absoluto. De hecho, me parece algo súper lícito cuando se genera un contenido de calidad y la promo es coherente con la temática del blog. Pero, de momento, no es mi caso (ojalá algún día este espacio tenga tantísimas visitas que me lluevan las colaboraciones y pueda obtener incluso algún ingreso; cruzaremos los dedos y le pondremos una buena dosis de imaginación ^_^).
Me hubiera encantado haber podido responder yo misma esa pregunta a quien fuera que la formulara. No sabemos quién sería, pero aprovecho para contestarla por aquí. Un nuevo post me parecía la mejor manera de hacerlo.
Me hubiera encantado haber podido responder yo misma esa pregunta a quien fuera que la formulara. No sabemos quién sería, pero aprovecho para contestarla por aquí. Un nuevo post me parecía la mejor manera de hacerlo.
El blog solo me reporta cosas buenas. Haberlo retomado, hace ahora año y medio, ha sido de las mejores ideas que he podido tener. No me aporta nada material ni económico. Pero me da satisfacción y felicidad a raudales. Me encanta maquinar recetuquis nuevas y probar elaboraciones distintas que en el obrador no haría porque me limitaría a elaborar los postres que se venden en la pastelería. Sé que siguiendo esta monótona dinámica durante mucho tiempo me acabaría abocando al aburriendo más soporífero y cargante hasta el punto de llegar a aborrecer la profesión. No exagero. El tener que bucear entre páginas web, blogs y libros para buscar recetas originales me mantiene despierta, alerta. Llevarlas a la práctica y, posteriormente, preparar toda la parafernalia para hacer unas fotos chulis me da la vida. Y sobre todo, la gente que estáis ahí detrás. Es muy probable que aunque no hubiera nadie yo siguiera publicando contenido, pero ni por asomo con el mismo ánimo y ahínco que cuando tienes la certeza de que hay gente a la que le gusta lo que haces y espera un nuevo post cada semana (o dos, que últimamente estoy que lo tiro ^_^).
Además de lo gratificante que es de por sí contar con un blog (quienes escribáis uno me entenderéis), me ayuda a perder el miedo a enfrentarme al folio en blanco. En este caso, es un tema personal; una manía, más bien; un miedo, quizá. Me encanta escribir (bobadas, como veis, que no llevan a ninguna parte) y creo que aún conservo el mismo temor de cuando empecé como becaria en los medios de comunicación. Y es que sigo plenamente convencida de que si dejo de escribir cosas (aunque sean tonterías en su mayoría), el día en que, por cualquier circunstancia, tenga que sentarme frente al folio níveo de Word me voy a bloquear y el cursor se va a quedar parpadeando eternamente. Me aterra que, por falta de práctica, pueda llegar un momento en que no sepa cómo arrancar un texto.
En última instancia, es la mejor manera de variar el menú semanal. Durante todo este tiempo sin publicar recetas por aquí (salvo alguna excepción y las instarecetas que subía a mi perfil en IG), en casa siempre comíamos lo mismo. Gracias a tener que buscar ideas/ elaboraciones nuevas, incluimos novedades originales y deliciosas que, en caso de no contar con el blog, no probaríamos jamás. Y muchas de ellas han llegado para quedarse, como el pastel de beicon y ciruelas pasas que publiqué recientemente.
Y una vez dicho/ escrito esto, vamos con la receta que, al fin y al cabo, es lo que os ha traído hasta aquí. Como la chapa anterior ha sido monumental, no me voy a extender mucho más enumerando las bondades de estas galletas. Tan solo os puedo decir que, seáis fans o no de los cítricos, os van a encantar. De textura ligera y tierna y con un suave sabor a limón, son ideales para acompañar el té de la sobremesa o de la merienda. En cuanto a la elaboración, facilísima. En cualquier ratito suelto que tengamos, nos ponemos manos a la obra y, en menos que canta un gallo, disponer de una docena de galletas para la merienda o el desayuno de los próximos días.
Galletas craqueladas de limón:
Receta adaptada del libro "The Lemon Cookbook. 50 Sweet & Savory Recipes To Brighten Every Meal"
INGREDIENTES (para unas 10-12 unidades)
PREPARACIÓN
En última instancia, es la mejor manera de variar el menú semanal. Durante todo este tiempo sin publicar recetas por aquí (salvo alguna excepción y las instarecetas que subía a mi perfil en IG), en casa siempre comíamos lo mismo. Gracias a tener que buscar ideas/ elaboraciones nuevas, incluimos novedades originales y deliciosas que, en caso de no contar con el blog, no probaríamos jamás. Y muchas de ellas han llegado para quedarse, como el pastel de beicon y ciruelas pasas que publiqué recientemente.
Y una vez dicho/ escrito esto, vamos con la receta que, al fin y al cabo, es lo que os ha traído hasta aquí. Como la chapa anterior ha sido monumental, no me voy a extender mucho más enumerando las bondades de estas galletas. Tan solo os puedo decir que, seáis fans o no de los cítricos, os van a encantar. De textura ligera y tierna y con un suave sabor a limón, son ideales para acompañar el té de la sobremesa o de la merienda. En cuanto a la elaboración, facilísima. En cualquier ratito suelto que tengamos, nos ponemos manos a la obra y, en menos que canta un gallo, disponer de una docena de galletas para la merienda o el desayuno de los próximos días.
Galletas craqueladas de limón:
Receta adaptada del libro "The Lemon Cookbook. 50 Sweet & Savory Recipes To Brighten Every Meal"
INGREDIENTES (para unas 10-12 unidades)
- 120g de harina de trigo
- 15g de maizena
- 3/4 de cucharadita de levadura química en polvo
- 100g de azúcar
- La ralladura de un limón pequeño
- 60g de mantequilla, a temperatura ambiente
- 1 huevo
- 1/2 cucharadita de zumo de limón
- Azúcar glas, para rebozar las galletas
PREPARACIÓN
- Mezclamos el azúcar con la ralladura. Reservamos durante cinco minutos.
- Añadimos la mantequilla y batimos hasta que blanquee. Agregamos el huevo (ligeramente batido) y el zumo de limón, y seguimos mezclando hasta que se integren.
- Por último, incorporamos la harina, la maizena y la levadura. Mezclamos. Formamos un bloque, lo filmamos y lo enfriamos en la nevera mínimo 1-2 horas.
- Precalentamos el horno a 170ºC.
- Cuando la masa esté bien fría y manejable, formamos unas diez bolas. Las rebozamos generosamente en azúcar glas y las colocamos sobre una bandeja de horno forrada con papel vegetal.
- Horneamos 13 minutos a 170ºC. Dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
Que ricas saben las galletitas de limón, son de mis preferidas. Te han quedado preciosas. Besosss
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