Mi especial querencia por el queso ricotta no cesa a pesar del confinamiento. Y es que aún no he encontrado un queso fresco que me guste más. Imposible. Me flipa sobre una tostada de pan con semillas, me encanta para elaborar salsas con las que acompañar un plato de pasta y como ingrediente de bizcochos y pasteles resulta extraordinario. Aporta un sabor delicado y una textura increíble. Creo que lo he probado de mil y una maneras, pero aún no lo había empleado como ingrediente en alguna de mis cheesecakes.
He aprovechado la estancia en casa (ahora tengo tiempo más que de sobra) para desarrollar mi primera tarta de queso en la que la ricotta es clave para la obtener una textura ultra cremosa y un sabor (ummmmmmmmm...) absolutamente delicioso. Es la cheesecake salada más tierna, jugosa y cremosa que he comido en mi vida. De sabor, la que más nos ha gustado. Y es que he hecho una mezcla (y consiguientes variaciones) de toooodo lo que me gusta de toooodas las recetas de tartas de queso saladas que he probado, y ha salido del horno una auténtica maravilla.
Probadla, de verdad.
Os va a fascinar.
Os va a fascinar.
Cuando al fin podamos salir de casa, lo haremos rodando, pero nadie nos podrá decir que no hemos estado requetebién alimentados.
Cheesecake salada de ricotta y calabacín:
INGREDIENTES (para un molde 18cm de diámetro)
- Para la base:
- 100g de biscotes integrales, triturados
- 50g de nueces, trituradas junto con los biscotes
- 75g de mantequilla fundida
- Para el relleno:
- 1 calabacín de tamaño mediano
- 1 cucharada de aceite de oliva virgen extra
- 250g de queso ricotta, escurrida el agüilla
- 350g de queso mascarpone
- 3 huevos M
- Pizca de sal
- Pizca de pimienta negra recién molida
- Cobertura:
- Nueces variadas (pecanas, de California y de Macadamia)
- Semillas de calabaza
PREPARACIÓN
- Para la base:
- En un bol, mezclamos los biscotes y las nueces triturados con la mantequilla fundida hasta obtener una pasta. Cubrimos con ella la base de un molde desmontable, engrasado y con la base cubierta con papel vegetal. Reservamos dentro de la nevera en lo que continuamos con el resto de la receta.
- Para el relleno:
- En primer lugar, cortamos el calabacín por la mitad, a lo largo. A continuación, hacemos rodajas (quedarán unas medias lunas) de un milímetro de grosor. Lo colocamos dentro de una fuente de cristal apta para el microondas, lo rociamos con el aceite de oliva y lo calentamos a máxima potencia durante unos 8 minutos. A mitad de cocción, removemos el calabacín para que el calor y el aceite se repartan lo más uniformemente posible. Dejamos templar una vez cocinado.
- Precalentamos el horno a 150ºC.
- En un cuenco amplio, batimos el queso ricotta (el que yo uso tiene una textura como de queso crema, por lo que no necesito ni desmenuzarlo antes, se queda cremoso con unos pocos varillazos) con el mascarpone hasta que no queden grumitos. Añadimos los huevos, de uno en uno. Batimos lo justo hasta que se incorporen.
- Incorporamos el calabacín (escurrido el agua que haya quedado en la fuente después de cocinarlo) y salpìmentamos.
- Sacamos el molde del frigorífico, y vertemos dentro esta crema. Horneamos 50-60 minutos a 150ºC
- Dejamos enfriar por completo sobre una rejilla. Llevamos a la nevera al menos toda una noche y, al día siguiente, la desmoldamos y la decoramos con unas nueces y unas cuantas semillas de calabaza.
Comentarios
Publicar un comentario