Os prometo que querría haber compartido alguna receta entre medias, pero me ha sido imposible. La Navidad es la temporada de más trabajo, y los días no dan de sí lo que yo necesitaría para poder hacer todo lo que pasa por mi cabeza. Os aseguro que vienen decenas y decenas de ideas a mi mente, pero no tengo vida para llevar a cabo tanto.
De hecho, esta receta tendría que llevar dos días publicada. Al menos, eso es lo que os prometí cuando os adelanté en Instagram el contenido de este post. Por entonces, ilusa de mí, no caí en la cuenta de la fecha en la que nos encontrábamos (cuando eres autónoma y llevas semanas trabajando de lunes a domingo pierdes por completo la noción del tiempo, dejas de distinguir entre el lunes, el sábado, el jueves...). Y es que a escasos días de Navidad y a menos de Nochebuena, era de cajón-de-madera-de-pino que no iba a poder sentarme frente al ordenador, a no ser que lo restara de mis escasas horas de sueño. Os confieso que los días 23 y 24 han sido una auténtica locura. Un caso especial ha sido el día 23, previo a Nochebuena, que he trabajado la friolera de once horas seguidas, sin parar siquiera para comer. Pero yo tan feliz. Os aseguro que la satisfacción tan grande que sentí al terminarlo todo es incomparable. Y notar el cariño de la gente lo compensa todo. Desde aquí vuelvo a dar las gracias a mis clientes, porque este año he batido mi récord de tartas entregadas en Nochebuena. Gracias a ellos Llebrés sigue adelante.
No os aseguro que lo pueda cumplir, porque mi trabajo varía de un día para otro, pero, a día de hoy, me he marcado el objetivo de compartir -al menos- un par de nuevas recetas más a lo largo de estas navidades. Si lo logro, me aplaudiré con las orejas. Pues bien, con el fin de cumplir con este objetivo (bastante realista, todo sea dicho), para hoy os dejo una idea de dulce sin azúcar, con la que compensar tantos turrones, polvorones, mazapanes, roscones y panettones. Y de paso, y con un poquito de retraso (perdonadme), os deseo con ella una preciosa Navidad.
En este caso, vuelvo a experimentar en el lado más saludable de la repostería. Lo hago en forma de mini tartaletas, elaboradas con harina integral y una cantidad ínfima de aceite. Es por esto que dar forma a las tartitas dentro de los moldes requiere de una buena dosis de paciencia. Pero, poquito a poco y con muchas ganas y gusto por la pastelería, se consigue.
Por su parte, el relleno es una locura: queso fresco y coco. Dos de mis ingredientes favoritos unidos como relleno de unas tartaletitas. La combinación no puede ser más rica: suave, tierna, fresca... ¡Fans del coco! ¡¡Estas tartitas os están llamando!!
Tartitas integrales de coco y queso (sin azúcar):
INGREDIENTES (para unas 6 unidades de unos 6cm de diámetro)
- Para la masa:
- 120g de harina de trigo integral
- 1 cucharada de edulcorante en polvo
- 1 huevo M
- 1 cucharada de aceite de oliva o girasol
- Para el relleno:
- 100g de queso fresco, chafado con un tenedor hasta obtener una pasta
- 75g de coco rallado + un poco más para espolvorear sobre las tartaletas a modo de decoración
- 1 huevo M
- 3 cucharadas de edulcorante en polvo
PREPARACIÓN
- Precalentamos el horno a 170ºC. Engrasamos los moldes y cubrimos sus bases con papel vegetal.
- Comenzamos elaborando la masa, y para ello, mezclamos todos los ingredientes en un bol amplio. Cuando tengamos una mezcla homogénea y todos los ingredientes estén bien integrados entre sí, rellenamos con ella la base y las paredes de nuestros moldes.
- Horneamos 10 minutos a 170ºC.
- Mientras la masa se cocina, preparamos el relleno. En este caso, mezclamos el queso chafado con el edulcorante. Añadimos el huevo. Por último, integramos el coco.
- Sacamos nuestras tartaletas del horno y rellenamos con la preparación anterior.
- Volvemos a llevar al horno durante 15 minutos más a 170ºC. Las retiramos del horno y las dejamos enfriar por completo antes de desmoldar. Antes de servirlas, las decoramos con más coco rallado.
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